Cada mañana, abro la puerta y entro en esta habitación que es parte de mí. Respira conmigo y sin mí, muere y desaparece a la vista. Conozco sus rincones, sus matices y la cadencia con la que las cortinas se mecen si el aire nos visita. Me miro y veo mi reflejo con el aura que la luz dispensa cuando entra por la ventana y entonces, sonrío con la falsedad que esconde el más oculto sentimientos de desolación. Me giro y encaro la puerta, se abre y se cierra. Pero mientras ella marcha para buscar a quien usó su oportunidad de ser feliz, yo me quedo aquí, dentro del espejo, esperando a que vuelva. En esta habitación que es parte de mi, que respira y sin mi; muere y desaparece a la vista.
Que duro eso de buscar a quién usó su oportunidad de ser feliz. Triste reflejo.
ResponderEliminarSaludillos
Lo peor será si un día decide no volver...
ResponderEliminarSalud.
Citizen!
ResponderEliminarCada vez me gusta más lo que escribes y como lo escribes!
Una historia triste, real y cruda.
Abrazo!!!
Hola, Citizen, vine a devolverte la vista a mi espacio y me encontré con una interesante entrada y un blog bien armado (además de ver los comentarios de tres amigos de HD).
ResponderEliminarVoy a seguirte y espero que no sea sólo una fórmula de cortesía, que estemos en contacto.
Un abrazo.
Humberto.
Puck, y que no valga para nada.
ResponderEliminarJoplin, es la dura vida de la imagen en el espejo.
Sucede, ahí vamos, pasito a pasito.
Humberto, gracias por tu visita. Espero seguir colgando cosas que te agraden a tí y a todo el que se pase. Estamos en contacto, si .
Gracias a todos.
Me obligas a leer y releer, es que soy torpe, quiero buscar los anclajes y me pierdo. Al final descubro que es el reflejo quien narra y todo cuadra. Y sí ese reflejo que mantiene su yo espera que ella vuelva sin tener que ocultar la desolación porque haya recuperado su felicidad. En fin, narras como a veces hacemos cosas que no tienen lógica y ese espejo al que no engañamos. Te envío un correo urgente.
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