lunes, 2 de mayo de 2011

Decadencia

El día que te marchaste, te lo dejaste colgado en el armario, detrás del abrigo de lana que te compré para Navidad. Pensé que no me vendría bien, pero me quedaba perfecto. Y durante todos estos largos años, se ha mantenido como el primer día. Creía que iría perdiendo brillo, prestancia, pero no ha sido así. Sin embargo, el resto de cosas se han ido poblando de una capa de recuerdos marchitos y amarillentos y ahora todo parece a punto de disolverse entre los dedos. Ya no se puede respirar bien, porque el aire es  demasiado viejo y está muy cansado para seguir aportando vida. Incluso yo tengo esa presencia de foto antigua y las arrugas se han hecho fuertes en mi rostro y en mis manos, que ya no tocan nada por miedo a que se pulverice. Simplemente, dejé que el tiempo hiciera su trabajo, todos tenemos un cometido. Solo me preocupa una cosa. Que cuando lo cuelgue de nuevo donde tú lo dejaste, no habrá nadie que se lo ponga y es una pena, porque está intacto entre tanta decadencia. 

Ya sabes, el dolor nunca envejece.

Fotografía de *Nexion http://nexion.deviantart.com/

5 comentarios:

  1. jeje,Tienes mucha razón, aunque mejor que se quede sin dueño. Estupendo relato, me gustó un montón.
    Salud.

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  2. El aire del micro sigue soplando, aunque parezca viejo y me recuerde mi dolor más oscuro y a la vez suave.

    Blogsaludos

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  3. Que duro Citizen... terriblemente bien contada la historia!
    Me ha encantado el aire contaminado que le has dado a tu fantástico relato.
    Un abarzo!

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  4. Joplin, me alegro que te guste. LA verdad es que hay veces que el dolor es la única compañía.Extraños compañeros de vida.

    Adivín, y que siga soplando, el aire puede llevar cualquier cosa que nos puede gustar.

    Sucede, he de confesar que es un ambiente que me encanta representar. HAy algo extraño en esa contaminación que me atrae.

    Gracias a todos.

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  5. Citi, este relato está muy bien esquematizado, un traje a medida del mensaje. El dolor de una pérdida. Aunque es triste, muy triste, vivir siempre con ese dolor. En fin, que prefiero los dolores que no duelen. Me ha gustado ese aire demasiado viejo.

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