martes, 30 de agosto de 2011

El trueque



Siempre mirábamos a los lados del camino para pasar, a sabiendas que nadie lo hacía desde hacía muchos años. Las costumbres no se pierden, tampoco los sueños, solo los cambiamos. Por eso aquella tarde al borde del arroyo tumbados mirando las nubes pasar, comprendí que tus sueños no te hacían justicia. Te miré y agarré tu mano para hacer un trueque.

-Tu sueño, ahora, será encontrar la felicidad.

A cambio, yo me quedé con el tuyo, quedarme conmigo.
 Desde entonces me hago compañía mientras miro a ambos lados del camino para cruzar al otro lado, a sabiendas que nadie pasará por allí, porque hace muchos años que nadie lo hace.

jueves, 25 de agosto de 2011

Non terrae plus ultra


Era el mayor terror que podría embargarle, el saber que llegaría al final y no podría seguir adelante. Hay mundos demasiado pequeños en los que habitar, o personas demasiado grandes. Comenzó a caminar más despacio, no demasiado acusado, solo un poco, cada vez más eso sí. Al tiempo miraba menos al frente y más hacia abajo, también lentamente pero sin remedio. Al final se hizo un ovillo y se quedó en el medio del camino. Tiempo después se convirtió en una piedra que estorbaba a los que aún miraban al frente y no habían comenzado a bajar la mirada. Las piedras del camino, suelen ser antiguas ilusiones que se convirtieron en desconsuelo por cobardía.

domingo, 21 de agosto de 2011

Inconvenientes.


Toda genialidad tiene inconvenientes, por eso no nos extrañó que empezara aquella relación. Era de esperar, todo lo bueno, merece estar por encima de la media. El problema es que el éxito, con frecuencia, se paga con la moneda de la genialidad inicial. Ahora vive en un chalet de La Moraleja, pero hace tiempo que murió.


viernes, 5 de agosto de 2011

Sombras ( El miedo)



El miedo no es libre, en realidad es un preso sentenciado y condenado a nuestra compañía. En cuanto lo conocemos nos empeñamos en retenerlo y alimentarlo para que crezca y crezca y así llene todos los vacíos de nuestras vidas. Tanto que en ocasiones hacemos que se reproduzca y así podamos tener no solo uno, sino dos, tres e incluso más.

Yo tenía uno, no recuerdo desde cuando. Era una sombra que me acompañaba a todas partes, resignada a ser arrastrada por todos los lugares que a mi me parecía pertinentes visitar. No concebía la vida sin él, la verdad. Pero un día lo escuché sollozando casi en silencio, angustiado por mi eterna compañía y decidí abrir la puerta para que marchara. Al principio como un pájaro de muchos años enjaulado, se quedó en el umbral, mirándome extrañado por si le estaba gastando una broma. No se dio la vuelta cuando marchó, pero seguro que sonreía.