Fotografía de Patricia Guijarro
Me paré a contemplar un instante las estrellas y el tiempo siguió adelante sin mí. Ahora vivo en un mundo desgastado, viejo, sombra de otro que brilla y luce más adelante. No recuerdo por qué no apreté el paso para alcanzarlo, pero creo que no hubiera servido de mucho, o quizá no me importó quedarme atrás mirando las cosas pequeñas. A veces, las personas del mundo más adelantado me hablan, pero no consigo entender lo que me dicen. Las palabras llegan lentas, pesadas y se quedan flotando en el aire aún cuando sus dueños han marchado hace tiempo. Tropiezan entre ellas, o forman hilos como el azul de metileno en el agua trasformándose en simples adornos sin sentido. En este mundo de rezagados, donde hay otros que como yo se percatan de los detalles de las cosas, el tiempo nos ha dado la espalda por no seguir su ritmo. No quiero el mundo que brilla por delante de mí, prefiero las sombras que proyecta porque en ellas, no puede cegarme el sol.