martes, 28 de junio de 2011

Muy especial.


Se volar. Siempre he sabido y no sé por qué la gente se empeña en decirme que no diga esas cosas. Quizá sea porque ellos aun no saben y les da vergüenza admitirlo.  En el colegio me  llevaron hasta el director y llamaron a mi madre. También estaba un señor que apuntaba en una libreta y que nos dio unas pastillas que me tenía que tomar cada 8 horas. Yo le pregunté si eran para el sarampión, porque había muchos niños que lo tenían.  Pero me dijo que no.  Cogí el sarampión una semana después. Para que no me dieran más pastillas que no servían para nada ni que me llamaran al orden como había dicho la señorita Nani, no volví a decir nada sobre el asunto en el colegio. Pero yo sabía volar y parecía que a nadie le interesaba, y al que lo hacía me daba pastillas o me palmeaba los nudillos.  Ahora entiendo por qué los pájaros no tienen nudillos. Hace como un mes, llamaron a la puerta de mi casa y entraron unos hombres con libretas. Hablaron con mi madre y le dijeron que era lo mejor, que estaría bien y luego algo que la hizo llorar pero que no escuché. A lo mejor le dijeron que me iba a convertir en pájaro porque ahora vivo entre rejas.

viernes, 24 de junio de 2011

Solas


Las mentiras que nunca te dije, las guardé en un tarro de galletas con sabor a canela. Todo lo demás salió un día en tu busca, encabezados por la certeza de que nunca podrías volver. Después de todos estos años astillados, repletos de polvo marchito, nada de lo que marchó ha vuelto. Y ahora duermo en esta oscura soledad, junto a un suave aroma de canela, que se enrosca a los pies de mi cama cuando me cree dormida.

(No hubo suerte en NMVCH. Pero al fin ha terminado, que tenía unas ganas locas de que viera la luz y se alargó demasiado.)

martes, 21 de junio de 2011

Todas aquellas veces

Todas aquellas veces que miré atrás sabía que no encontraría nada y aún así, lo hice. Ahora que sé que encontraré algo, no me giro. Los ojos contribuyen a su manera a la disconformidad.

domingo, 19 de junio de 2011

Belleza III

Ocho mil metros de altura acabados en una arista que amenazaba con rasgar el cielo. Éste por su parte, buscaba la manera de despuntar la arrogancia a base de rayos y tormentas de lluvia torrencial. Pero si ni la nieve era capaz de mantenerse sobre sus engreídas caras verticales,  menos el agua. Arañando las paredes, se perdía en un fondo que parecía no llegar nunca, formando nervaduras fluviales que los mortales, ajenos a la lucha de poder en las alturas, aprovechaban como migajas que la naturaleza les ofrecía por alguna razón fuera de su corto entendimiento. Pero fue que en medio de la pugna por dominar los cielos, por mostrar la belleza más infinita y salvaje que la naturaleza podía crear, que del centro de la tierra brotó la más titánica fuerza y belleza de todas. Un rojo que destruyó las bases de toda arrogancia que se erguía sobre la superficie y que cubrió el cielo de una capa de poderosa presencia y cenizas. Y así fue como una vez más se demostró, que la más poderosa belleza se esconde en el interior.

(Este micro, tenía que haber sido publicado el día 11 de mayo, siguiendo a belleza II y belleza, pero no me pareció correcto. Ahora no es mal momento.)

miércoles, 15 de junio de 2011

Pasado.


Y fue entonces cuando comprendimos, que nuestro mundo hacía tiempo que había desaparecido y que vivíamos en los recuerdos de otros.

martes, 14 de junio de 2011

Recuerdo este lugar...




Recuerdo este lugar. Es curioso, a veces tengo la sensación de que digo esto con cierto déjà vu, como si  ya hubiera estado aquí, recordando. Pero no estaba exactamente así, claro. Toneladas de tiempo le han caído encima, toneladas de polvo, toneladas de olvido.  Era octubre, el día 9 y fuera el ruido de las bombas era insoportable.  La Luftwaffe y la RAF ya eran viejas conocidas, se trataban de tu a tu y nosotros, abajo, en este refugio antiaéreo,  esperábamos a ver quién ganaría el pulso finalmente.  Recuerdo cómo intentamos normalizar nuestras vidas en esos días, asignando a cada puerta un número, como si de una calle londinense se tratara.  Siempre se encuentra una manera de normalizar las cosas, la adaptación es la base de la supervivencia. Esa noche del 9 de octubre, creo que morí en el número 6, nadie se dio cuenta hasta horas después. En el número 13 estaba naciendo un niño al mismo tiempo, creo que la madre dijo que se llamaría John Winston Lennon, por el primer ministro. Tenía buenos pulmones, sería un buen político. No escuché más.

Tengo un déjà vu, recuerdo este lugar, pero no estaba exactamente así…

(Para Sucede y su propuesta)

lunes, 13 de junio de 2011

Insecteligencia


¿Qué hace que una mosca reconozca el sonido de un papel enrollándose?  El hecho de que su especie  ya estuvieran cuando se inventó el papiro. Todo se reduce a eso, a experiencia vital. Lástima que Inés no hubiera nacido mosca. Así hubiera esquivado todas las cosas que al final la hicieron sucumbir a su propia existencia. ¿Qué  éso es más difícil que esquivar un papel enrollado? Sí, pero la mosca solo puede tropezar una  vez contra el papel.

viernes, 10 de junio de 2011

Malas compañías

-¡Señor, señora, eh señora!. No puede entrar aquí con eso de la mano.

-¿Con qué?

-Con su indignación. Aquí estamos todos muy satisfechos.

jueves, 9 de junio de 2011

Carisma



Desde el primer momento que le ví, sabía que no podríamos perder el juicio, porque tenía ese halo que desprenden las personas con la ley de la atracción de su parte. Rubén, el acusado que había sido apresado en un barco rumbo a Singapur, estaba sentado frente a mí, confeccionando encajes con el humo de su cigarro.  Fuera, en la calle, todo se había convertido en una feria de atronadoras voces que clamaban por él. Una semana de juicio y se convertía en el fenómeno televisivo de todos los tiempos.  Ganamos, como había predicho, pero aún no se si en realidad era o no inocente, solo que se trataba del tipo de persona más peligrosa del mundo. Un líder nato sin conciencia.

lunes, 6 de junio de 2011

Todas aquellas cajas.

No le cabían en el  pecho todos los sentimientos que había ido cosechando a lo largo de los años de la guerra. Así que empezó a guardarlos en cajas para  zapatos del número 36. Le hubiera gustado calzar un número más grande, porque no tenía tanto dinero para zapatos.