jueves, 1 de marzo de 2012

Todos los días son martes.



 Cada persona que lo lea, sabrá exactamente cómo termina si lo termina al compás de la música.

Todos los días en el pueblo de las lluvias son martes. Todos y cada uno de los días, de todas las estaciones del año son martes. Y es así porque fue en martes cuando llegaron Los Húngaros y cambiaron el sentir de las personas.
Los Húngaros venían de espaldas al Oeste, porque decían que en el Oeste, está el país de los muertos y no está bien acercarse a él hasta que no toque. Así que solo veían amanecer. Será por eso, que sus vidas eran un renacer continuo y nunca un ocaso. Hay quien dice que Los Húngaros nacieron en el país de los muertos y que venían de allí, huyendo de la quietud. Algo de verdad había, porque iban haciendo piruetas de un lado a otro al compás de las panderetas y los violines. Aquel martes, no llovió. Amaneció despejado y  con un lejano sonido de fanfarria. Nos gusta pensar que ellos alejaron la lluvia, aunque podría ser pura casualidad. El caso es que el efecto que producía su llegada era casi mágico. Al tiempo que se levantaba el sol, se escuchaba más precisa la música. No tardamos en salir de las casas ante el alboroto, aunque la verdad es que más nos sorprendió el silencio del agua, porque la algarabía llegó después. Vestían de muchos colores y gustaban  prenderse largos jirones de tela liviana que ondeaba con sus extraños movimientos circenses. Sin duda, con lluvia hubiera desmerecido mucho la imagen. Entraron de un lado del pueblo y lo atravesaron hasta salir por el otro, siempre rumbo este. Y no es que el pueblo fuera muy grande, pero hasta que no comenzó a oscurecer no empezaron a alejarse de nuestras casas y seguir su camino. No se fueron solos, tras la música, los bailes y los colores, muchos de los nuestros se fueron también.  Después de aquel día, la lluvia volvió y ya nunca más fue miércoles. Los que nos quedamos no sabíamos que nunca volverían, de haberlo sabido (…)

21 comentarios:

  1. Este relato no hubiera nacido si no es por Humberto Div. Los Hungaros es la manera en la que por mi tierra se llamaba antiguamente a los titiriteros, al circo ambulante, a los zíngaros. Yo no los he conocido, pero sé de ellos por lo que me contaba mi abuela, y siempre he tenido la sensación de que tenían algo mágico y antiguo. Sus visitas eran todo un acontecimento y creo que cada uno sabe qué final le puede poner si consigo trasladarle a ese momento en el tiempo.

    Para Humberto, porque también deja magia cuando pasa por un lugar.

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  2. Será porque los Hungaros son peregrinos, pero la lluvia también es peregrina, nadie la puede detener. Tu relato, la música me ha llevado hacia ese miércoles, después he mirado por mi ventana y llueve, aunque el calendario dice que es viernes...
    Ha sido un placer leerte y no creo que la casualidad me halla traido aquí.
    Un saludo

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  3. En el pueblo de las lluvias algo pasó, no sé sabe bien si fue un conjuro o maldición. Muchas veces tratan de quedarse despiertos toda la noche para ver cómo amanece miércoles, sin embargo la lluvia tiene un poder adormecedor, y cuando se despiertan, la hoja del almanaque no cayó.
    El encanto puede ser roto por los Húngaros, pero sabes cómo son, sólo viven de jolgorio y caminos, su esencia nómada les impide quedarse más de lo justo y necesario como para que se les sume algún adepto, luego siguen su camino hacia el este, dicen que lo hacen para restar días a su vida, en su creencia de que así escapan de la muerte.
    Un beso.
    HD

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  4. Hermosa conjunción entre la música y el texto; lo leí escuchando la música -cómo prevenís en la parte superior- y el resultado fue magnífico. Pude ver a los húngaros bailando y tocando sus violines,,, mientras las casas escupían a sus moradores, lo hacían delicadamente como quien suspira con saliva, y estos seres sorprendidos no encontraron andenes que detuvieran a ese tren de luz. Quizás no haya paradas para quien viaja contra los muertos, quizás "parar" sea ver a otros caminar hacia el este.

    Sublime.
    Un afectuoso abrazo, conmovido.

    Pd: Me gustó pensar que caminar hacia el este no es lo mismo que caminar contra el oeste.

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  5. Que bien escribis, me quedé hipnotizada con tus letras. Esto de que todos los días sean martes, o el tema del post anterior, cruzar el mar, viento y sal... ¡por favor! me siento identificada. Me hago tu seguidora. Te invito a conocer mis sitios, si querés. Un abrazo desde Ciudad de Buenos Aires

    PD: llego desde otro blog amigo.

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  6. Hola mj, bienvenida. Dicen que la casualidad no existe, ¿pero quién soy yo para negar la existencia de nada?. Si conseguí llevarte hasta el lugar preciso, me conformo. Y espero que tu final te haya gustado. Gracias.

    Humberto, me encantó el microrrelato que has hecho. Sin duda no podría ser mejor comentario. Me lo guardo y lo esconderé para que Los Húngaros no deshagan el maleficio. Me gusta este pueblo de lluvia siempre a la espera. Muchas gracias.

    Juan, gracias. Caminar contra algo, nunca da buenos resultados. Se lo di a leer a una persona de confianza que me conoce en la realidad (todo un reto para mí) y me dijo algo parecido sobre el efecto de letra y música. Cuando le pregunté cómo terminaba la historia me dijo “nos hubiéramos ido con ellos”. Yo le dije, “vaya, yo les hubiera dicho a los Húngaros que se quedaran”. Muchas gracias.

    Bienvenida Susana. Por supuesto, me pasaré a verte. Gracias por tus palabras, espero seguir encontrando palabras que te lleguen y te sirvan para lo que necesites sentir en ese momento.

    Muchas gracias a todos y sobre todo a Humberto, que me ha regalado ese relato respuesta.

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  7. Excelente texto qué razón tiene Humberto!!
    Eres una gran escritora.

    Besos.
    LU

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    1. Humberto es que tienes palabras maravillosas, y cuando se las dedican a uno, nos debemos sentir realmente afortunados. Gracias.

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  8. Me gustó el texto y la música también. Lo de huir del país de los muertos me pareció una buena idea.

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    1. Al fin y al cabo al país de los muertos siempre se llega, claro que si. Gracias por pasarte.

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  9. Siempre me ha encantado el sonido de los violines. La verdad que la pieza de música que pusiste es una maravilla, entre ella y tu magnifico cuento, dan ganas de seguir a los Zíngaros como si del flautista de Hammelin se trataran.

    Enhorabuena, Citizen. ¡Qué arte tienes, hija!

    Un abrazo.

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  10. Han aparecido los Zíngaros por obra de arte-desastre mía, perdona, je.

    Húngaros, que se parece pero no son los mismos.

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    1. Tranquila Yo, los HUngaros suelen hacer las cosas con algú npropósito, hay que dejarlos. Algo de flautista tienen, aunque cada uno escucha una melodía diferente y actúa en consecuencia. Espero que aunque marches tras ellos no te olvides de los que se quedan. Un beso y gracias.

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    1. Gracias pseudosocióloga. A ver si voy al cine comercial.

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  12. Efectivamente hoy es viernes. Pero he dudado. Eso cumple tu propósito? También imaginé mi final.

    Maravilloso.

    Otro beso

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    1. Gracias Imilce, sembrar la duda, aunque no siempre, está bien.

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  13. Siempre me pasa lo mismo con tus texto, no es una queja, al contrario. No puedo opinar en una primera lectura, tengo que volver y saborear.
    He respetado tu pedido, música y texto a la par, y me hubiera ido con ellos, quizás también porque has evocado imágenes de mi infancia, todavía existían algunos en los caminos.

    Besitos

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    1. Los recuerdos no solo se crean con imágenes, los sonidos, los olores, las sensaciones. es sacar algo y el resto llega solo. Me alegro si te ayudé a evocar esa parte del pasado. Un beso.

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  14. Más aplausos para esos relatos mágicos. Me ha gustado mucho la visualidad con la que narrar la llegada de los húngaros, la determinación del origen y destino, siempre cara al amanecer. Para mí que es un canto a no dejar pasar la felicidad. No sé, es muy hermoso.
    Creo que te gustaría leer a Pedro de http://lagrimasparacactus.blogspot.com/, él también tiene un mundo paralelo, más poético, pero muy interesante.

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    1. Tienes razón, Pedro tiene un mundo extraordinario para perderse en él.

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