Corrían calle abajo vestidos de blanco, gritando y riendo mientras la gente salía a la puerta para verlos pasar. Era un momento extraño, donde todo parecía ralentizarse y quedar flotando en el aire o en telas de araña brillantes y suaves. Cuando alcanzaban sus casas entraban en ellas, impregnándolo todo del aroma a ausencia que un día dejaron. Entonces sonreían y se llevaban las galletas del día de todos los santos, volviendo de nuevo a la calle para seguir corriendo. Algunos no encontraban sus casas, porque el tiempo las había borrado de la memoria, o en ellas ya no estaban aquellos que un día se quedaron y no les siguieron al otro lado. Esos volvía cabizbajos, y aquella trasparencia que tenían perdía el brillo del principio, se enturbiaba y terminaba por oscurecerse y hacerlos muy pesados. Tanto que al final, no podían seguir el paso de los demás que se alejaban y los dejaban casi arrastrándose tras la estela de los más rezagados. Finalmente se quedaban quietos y al final del día, se alargaban como las sombras que dejaba el atardecer, mezclándose con ellas y perdiéndose entre las piedras.
Si la casualidad te trajo aquí, espero que a ti sí te sirvan.
lunes, 12 de septiembre de 2011
Sombras ( El olvido)
Corrían calle abajo vestidos de blanco, gritando y riendo mientras la gente salía a la puerta para verlos pasar. Era un momento extraño, donde todo parecía ralentizarse y quedar flotando en el aire o en telas de araña brillantes y suaves. Cuando alcanzaban sus casas entraban en ellas, impregnándolo todo del aroma a ausencia que un día dejaron. Entonces sonreían y se llevaban las galletas del día de todos los santos, volviendo de nuevo a la calle para seguir corriendo. Algunos no encontraban sus casas, porque el tiempo las había borrado de la memoria, o en ellas ya no estaban aquellos que un día se quedaron y no les siguieron al otro lado. Esos volvía cabizbajos, y aquella trasparencia que tenían perdía el brillo del principio, se enturbiaba y terminaba por oscurecerse y hacerlos muy pesados. Tanto que al final, no podían seguir el paso de los demás que se alejaban y los dejaban casi arrastrándose tras la estela de los más rezagados. Finalmente se quedaban quietos y al final del día, se alargaban como las sombras que dejaba el atardecer, mezclándose con ellas y perdiéndose entre las piedras.
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La poesía de tus letras me hacen leerte una y otra vez, sombras de poesía, sombras de adios, sombras de un amor de un olvido acordado.
ResponderEliminarBlogsaludos
Es que hasta lo más triste lo haces bello con palabras.
ResponderEliminarUn beso
Me gusta mucho la imagen de los niños o la sombra de ellos o su ausencia corriendo las calles, entrando en las casas.
ResponderEliminarEs triste tu micro, pero hay algo de alegría en los niños que se comen las galletas y que siguen corriendo por las calles.
Es muy triste y hermoso. Realmente se muere cuando te olvidas. Volver y no encontrar quien te recuerde... No me extraña que se perdieran entre las piedras, y como ellas, dejen de andar.
ResponderEliminarLlego al final y vuelvo a leer y me pierdo entre las sombras. ¿Me puedo quedar un rato?
ResponderEliminarSaludillos
Me pareció magnífico, me fui imaginando un grupo de niños corriendo por las calles, y luego menos en la edad adulta y sólo las sombras en la senectud...
ResponderEliminarEs triste, sin dudas, pero qué importa.
Un beso.
HD
Gracias Adivín , siempre es un placer agradarte.
ResponderEliminarImilce gracias, solo es mirar con otros ojos.
Luisa, miro la muerte de otra manera y creo que hay que hacerlo así, más si convives con ella a diario. Gracias por tus palabras.
Ximens, el olvido es la muerte real, tienes razón. PEro nosotros nos recordaremos unos a otros, estoy segura.
Puck, ranita, puedes perderte siempre que quieras. Ya sabes que me gusta que saltes un poquito por aquí. Un beso.
Gracias Humberto, no todo tiene que ser risas. Este no es al lugar para venerar la tristeza.Me alegro que te gustara.
Gracias a todos.